Nuestra vida se había reducido a evitar contagiarnos. Mientras tanto, el tiempo pasaba esperando a tener que salir solo para aprovisionarnos de lo básico. El valor de las cosas había cambiado considerablemente. Al principio, la gente recurría al dinero y al trueque de bienes materiales. Luego, a consecuencia del encierro, algunos empezaron a comercializar las claves de sus plataformas de streamin g a cambio de hacerse con una mascarilla. Cuando la red se saturó y las conexiones empezaron a fallar, de poco o nada sirvió tener un smartphone de última generación o la mejor Smart TV del mundo. Poseerlos no te servía de nada, ¡total, no podías salir y tampoco podías conectarte! Netflix, HBO, Disney+ o Movistar cayeron como moscas. Al principio, las acciones de estas se dispararon, la gente se volvió loca y comenzó a consumir contenidos de manera masiva, lo que provocó una revalorización de las acciones en Bolsa. Pero, todo lo que sube como la espuma, lamentab
mi ventana al mundo...