Inicio una pequeña serie de textos de experimentación literaria. Entrevistando a una estatua: Escanciador de vino de Praxíteles. Su profesión le brinda la posibilidad de tener un placer terrenal muy a mano. Él es escanciador y el vino su mejor compañero. Es un hombre joven, de apenas 25 años de mirada suave pero firme, reveladora. La vida le ha mostrado muchas caras amargas. Su nombre, no importa, es mejor conocer su testimonio. “Desde pequeño, mi padre me enseñó a escanciar vino con sutileza y maestría, tengo el recuerdo de una fiesta familiar, apenas tenía 8 años y casi no podía con la jarra rebosante, fue la primera vez que escancié el vino, desde entonces, disfruto cada día de esta profesión”. Sus brazos torneados revelan firmeza, “podría estar horas, en esta posición” afirma haciendo el gesto. Levantando su brazo derecho, y a la vez inclinando el peso de su cuerpo sobre la pierna izquierda, consigue que capte la esencia, el arte que simboliza, “colocar adecua
mi ventana al mundo...